Hace muchos millones de años, cuando aún se hablaba de Democracia y Justicia, cuando la Libertad era lo más valioso que tenía el hombre y todo el mundo podía soñar con un futuro, desapareció la Luna.
Lo curioso fue que nadie pareció darse cuenta. Alguien se encargó de borrar todos los rastros que podían inducir a recordarla (poesías, canciones, cuentos...) y el Gobierno, presuroso, pobló las calles de farolas y focos que no hacían pensar en la Oscuridad de la Noche. La gente se acostumbró a caminar mirando al suelo.
Y la Humanidad siguió avanzando.
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