sábado, 2 de abril de 2016

Miguel

Esta insípida poesía,
Carroña infame de lo que escribieran otros
Late en mis dedos
Inexperta y grisácea
Como el olivo
Como los pantanos de mis oraciones
Y los brotes de ceniza de los árboles cansados.
Se baña en mis murmullos
Se duerme en mis silencios
De arroyo y tinta y sueño
Se lame de mi sangre
Y torpe, lento remolino de hojarasca
Sales de mis manos
De mi pecho
De donde ya no estás y yo quisiera.

Convencida ahora de la soledad del verbo
Y sin una sola línea en el papel
Caería toda yo en tus manos
Todo mi acento en tus sueños
Mis acciones de acobardado, celoso orgullo
Caerían encendidas al calor de tu sangre.
Todas las lágrimas de mi condición
Derramadas, azules, sobre ti
Pararía mi corazón de arcilla
-tal vez, sólo un segundo-
Para dejarnos de palabras
Y que ese latido se nos arroje eterno
Y te seduzca mi pecho
Para que escuches el nombre
-tu nombre-
Que es todos los nombres
Y la única poesía de mi vida.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Podemos

No, no voy a votar a Podemos porque sea una roja incurable. No voy a votar a Podemos por haberme criado en un ambiente de izquierdas. No les voy a votar porque quiera cambiar el mundo.
Voy a votar a Podemos porque tengo 24 años. Voy a votarles porque soy estudiante. Voy a hacerlo porque trabajo con refugiados y soy responsable, no del sufrimiento de esas personas, sino de no hacer nada por evitarlo.
Voy a votar a Podemos porque a mí me gusta llamar las cosas por su nombre. Prefiero decir estafa antes que crisis. Prefiero decir golfos que corruptos. Me gusta más utilizar la palabra cuchilla que concertina.
Todos somos responsables del abandono estudiantil, de que los enfermos de hepatitis no reciban tratamiento, de las devoluciones en caliente y de las TORTURAS en los CIE. Tenemos la culpa de los desahucios, de la malnutrición infantil, de la amnistía fiscal, de que nuestros compañeros de universidad se vayan a otro país, del paro.
Tú eres responsable de esto. Tienes la culpa de que te roben y de que te mientan. Tenemos la culpa de que los saharauis no puedan celebrar el prometido referéndum, también de que Israel bombardee Palestina con total impunidad.
Tú eres el culpable.
Voy a votar a Podemos. Porque hablan de problemas reales, con términos reales. Voy a votar a Podemos porque les gusta llamar las cosas por su nombre. Voy a votarles porque me han enseñado a hablar de política. Me han enseñado a hacer política. Voy a votarles porque hablan de mí, pero también porque hablan de Prince y de Fatiha. Hablan de Viola y de Henry. Hablan de Jesper y de Oscar. Hablan de mi madre y de mi hermana. De mis amigos. De Samir, de Buha.
Porque yo soy responsable de ellos. Y quiero actuar de manera responsable. Voy a votarles porque me han hecho entender que la democracia significa poder. Quiero votar a Podemos porque quiero vivir en un país que merezca la pena, un país que no me dé vergüenza, un país que mire hacia delante por todos. Un país que sienta que el inmigrante es parte de nosotros, una pieza fundamental. Que entienda que la juventud es su presente y no sólo su futuro. Un país que no nos quiera incultos, que no mate el arte. Quiero un país en el que no existan las fronteras. Una España donde se respete a las personas sin importar con quién se acuesten. Un país que no le diga a las mujeres qué deben hacer con su cuerpo. Un país que no tenga miedo. Y sé que voy a hacer bien, que ha llegado el momento de ser valiente, de ser honestos.
Voy a votar a Podemos porque nos quieren con ellos. Quieren que reconstruyamos este país nuestro juntos. Porque nos han enseñado a hacer política, a ser críticos, a ser valientes.
Porque nos han enseñado que, además de voto, tenemos voz.


viernes, 4 de diciembre de 2015

Se puede

Hace cuatro años nos dijeron que si queríamos cambiar las cosas debíamos hacerlo siguiendo las reglas de su juego. Nos dijeron que nada iba a cambiar y nos hicieron ver que pedíamos una utopía al reclamar justicia y democracia. No puedo evitar sonreír al recordar aquella plaza de Sol, mis veinte años y mis amigos despertando al cambio, abriendo los ojos a la realidad, alzando las manos y poniendo el cuerpo. No puedo evitar emocionarme al recordar las guitarras, los gritos, las charlas, las pancartas, los himnos. Los coros. El corazón de Madrid latiendo en el pecho de miles de jóvenes que reclamaban un futuro. Padres que siguen. Abuelos que veían renovado su espíritu de lucha. Madrid como ejemplo ante el mundo. Llenamos más plazas, más calles, más debates, más portadas de periódicos. Por primera vez, nos sentíamos protagonistas de nuestra historia. Habíamos plantado el germen de la resistencia.
Nos tuvieron miedo. Pavor. Trataron de amenazarnos, de echarnos. Madrid volvió a entonar el No Pasarán. Y no pasaron. Durante algún tiempo. Llegó la hora de votar. Y ellos ganaron. Ganaron unas elecciones. Daba igual. La revolución ya se intuía en nuestras sonrisas de aquel 15 de Mayo.
Porque ese día continuó latiendo en el pecho de Madrid. Contagió a España.
Seguir las reglas del juego para construir el futuro.
En esas estamos. Y nuestro futuro no se llama Manuela Carmena. No se llama Íñigo Errejón ni se llama Monedero. No se llama Nacho Murgui. Tampoco lleva el nombre de Carolina Bescansa ni de Jose Manuel López.
Ni siquiera se llama Pablo Iglesias.
Nuestro futuro no tiene apellidos. Tiene nombre de pueblo y alma de barrio. Tiene corazón de gente y el color de la ilusión.

Seguimos las reglas de su juego para poder cambiar las normas. Para terminar con la injusticia y reivindicar nuestro derecho a la alegría.
Aquel 15 de Mayo sentó las bases del cambio. Y hoy sabemos que sí, que se puede.
A por ellos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

M

Ojalá pudiera regalarte una noche
Poblada de estrellas
Y atraparlas
Sentarlas
Encerrarlas en los bordes de nuestra cama
Encender tu cuerpo de azul y cosmos
Fundirte en un calor celeste
Entre mis piernas
Desastrar las palabras que no existen
Y las que no nos sirven
E inventar un diccionario de gemidos
Ojalá pudiera escoger los verbos de Neruda
Y esculpir en tu espalda melodías de sueño
Arrinconar cada una de las balas de mis verbos
Dejar vacío el lastre de los años
Y desnudarme cada noche de sombras
Dejar que se pudran las pieles que nos estorban
Para estar fundida en el calor de tu abrazo
Ojalá pudiera alcanzarte
Con palabras sencillas
Con la voluntad del corazón y las lágrimas
Y descansar
Siempre
Para siempre
Dormida en tu regazo.

lunes, 20 de julio de 2015

Lucía

Treinta años de alegría y corazón. Treinta años de sueños y paseos en Madrid. Treinta años de lágrimas y esperas. Treinta años que te envuelven en un espejo que refleja la imagen de una mujer que se escapa siempre de mi lado para continuar cumpliendo sus sueños. Con cinco años, me abrazaste por primera vez. Con ocho, bailabas en los escaparates y me contagiabas tu risa. Con doce años, paseos en bicicleta y pueblos de la sierra. Con quince años, salidas de tono en una casa compartida de esperanza y futuro. Con dieciocho, un nuevo porvenir y nuevas ilusiones. Con veintipocos, Roma y amor. Después, vino el miedo.
Logramos escapar juntas y volver a contagiarnos de sonrisas y sueños. Empapadas de recuerdos dolorosos. Tu mano aferrada con fuerza a los recuerdos más alegres secaba mis lágrimas y las tuyas desde dentro.
Después, vinieron Berlín y el frío.
Llegamos juntas hasta el Sáhara y compartimos aquel silencio de estrellas que no olvidaré nunca.
Dicen que Lucía significa luz. Y eres luz. El nombre que te adorna engalanando tu risa de astros iluminados en los enormes ojos oscuros. Terremoto de alegría que brota en cada paso doloroso que has tenido que dar.
Con treinta años, estás lejos. Y mi voz no te toca.

Eres no sólo mi hermana. También eres mi madre y mi amiga. La persona a la que más admiro en el mundo y a quien me gustaría calcarle la risa y el valor.

Nunca treinta años estuvieron tan orgullosos. Te quiero, hermana.

"No puedo olvidar
que no tengo alas,
que no tengo mar,
vereda ni nada
con que irte a besar"





martes, 23 de junio de 2015

Arena y viento

Desde el cielo de la madrugada,
que se refleja en pupilas encendidas de amor,
engalanadas en palabras y risas,
siento el alegre compás de tu aliento.
Y sueño.
Sueño que estás a mi lado.
Mis dedos rígidos apoyados en las rodillas,
con las uñas bañadas en esmalte carcomido,
se liberan del cuerpo y te toco.
Tu cuerpo cansado,
azul,
hambriento de humo y corazón,
juega con versos de viento
y tu lengua deshace el escudo cobarde
tejido en las noches de insomnio.
Despacio,
como si fueras el silencio de las dunas de algún desierto,
me susurras palabras
que entonas
desde mi propia locura.
Todo lo que puedas decir
o pueda yo decir
se somete, desnudo y libre,
a la extraña cadencia de tu voz.
Y no escucho
ni siento
ni respiro
nada más
que el acento blanco y suave
de tu boca de viento
revolviendo la arena de mi cuerpo.


lunes, 25 de mayo de 2015

Dos en el calendario

Cuando te conocí
era día uno.

Ahora sé
que pasas páginas,
los días que me interpongo entre tu soledad y tú,
para que no te asfixie
la sensación de lo eterno.
A mis espaldas,
mientras respiro un intenso ardor -dolor- de caricias y promesas,
tú sonríes,
y vas tachando besos del calendario.
Me envejeces en versos.
Arrancas
el último día de ese momento que fui.
Tu violento rotulador me borra de entre las páginas.
Y yo, que no consigo terminar de limpiar
un cuerpo calcado en mi cuerpo
me quedo pintarrajeada y rota
en un rincón de mi corazón.
Así,
prolongando lo inexistente,
demostrando
que eres más tiempo
que todos los demás hombres,
me arrasas.