martes, 25 de noviembre de 2014

Esperanza

El sonido del grifo es demasiado fuerte. 

Él volvió a casarse. Tuvo algún hijo. No perdió a ninguno de sus amigos, ni su trabajo. Se enamoró de nuevo y continuó con su vida, dejando que el tiempo traspasara las fronteras del pasado y le brindara una nueva oportunidad. Oportunidad que no rechazó y que cogió al vuelo. Se cambió de ciudad y empezó de nuevo, con gente nueva, con nuevos amigos, con un nuevo amor, nuevas ilusiones, nuevas esperanzas.

El sonido del grifo abierto es demasiado fuerte.

Ella se quedó en casa. El único sonido que escucha son sus pies arrastrándose de la habitación al baño. Hace tiempo que rompió todos los espejos para no ver la tristeza que emanaban sus rasgos. También quemó muchas fotos. Trató de olvidar, y no pudo. Trató de volver a empezar, y no pudo. Trató de volver a confiar, y no pudo. La vida no le brindó una segunda oportunidad. La vida no le dio nada. Le dijeron que todo terminaría cuando él se marchara. Y, por un momento pensó que todo cambiaría, por un breve instante pensó que podría olvidar. Poco tardó en darse cuenta de que aquel sentimiento era sólo una ilusión. 
Su vida estaba rota, como los espejos. Su amor se había consumido en llamas, igual que las fotos. Y sus lágrimas se deslizan por su cara, igual que se arrastran los pies por todos los rincones de la casa. 
Esperanza no es el nombre de esta historia. Esperanza es el nombre de esta mujer, que perdió la esperanza de olvidar hace mucho tiempo. 

Como el sonido del grifo es demasiado fuerte, y lleva sonando mucho tiempo, los vecinos, algo molestos, llaman a la puerta. Nadie contestará nunca. "Se ha suicidado", dirá la gente, dirán los telediarios, dirá el periódico y dirá su recuerdo.

Él me mató hace mucho tiempo, dirán sus labios.