domingo, 24 de noviembre de 2013

Escribir es gratis

Creo que es cuestión más que evidente que el escritor escribe para ser leído. No creo que haya nadie que no lo piense. Cada cual, esto es, cada escritor, lo logra ayudado por diferentes medios. En mi caso, ya dije que Internet es el método más eficaz para la difusión de textos, en gran parte porque las personas para quienes yo escribo, hacen uso de esta herramienta con más o menos frecuencia.

Escribir es una forma de desapego de determinados sentimientos, al menos en mi caso. Yo escribo historias que surgen en mi cabeza, y al escribirlas, me imagino cómo las leerán tales o cuales personas. Es decir, en cierto modo, al poner un relato o un sentimiento que me surge en determinado momento, y trasladarlo a otra persona, en otro momento, con otra mentalidad, desaparece un poco de mí.

Escribir es una necesidad que, en mi caso, surge del instante en que una idea se adueña de mí y, poco a poco, va cobrando cuerpo, y fuerza, y ganas. Entonces siento la necesidad de que otras personas compartan este sentimiento. Es un poco el derramar vivencias e historias que, a fuerza de ser difundidas, dejan de ser sólo mías. 

No creo que un escritor sea más o menos bueno en función del número de personas que lean y alaben sus textos. No considero que un poeta callejero, pobre, que se gana unos minutos de alguien, sea menos escritor que aquel que puede editar, hablar en los medios o servir como referente. Sí es cierto que éste será, con frecuencia, elogiado o vapuleado por parte de la crítica académica, y el otro no. Crítica académica. Uf. Para aburrirse mortalmente basta con decir estas palabras. Dejemos a los académicos tranquilos, que es domingo.

Y yo me pregunto, ¿qué más le da a un escritor, que escribe por el simple placer de escribir, de derramarse, ser leído por miles o por una persona? 

Pero es cierto que, a cualquiera, le cuesta no promocionarse. A mí también. Y qué más da decirlo. Porque no hay nada mejor para alguien que escribe que levantarse con una buena crítica, con una opinión, saber que has hecho sonreír a alguien o que se haya emocionado. No, no hay nada mejor. Y me sigo preguntando que si has emocionado a una sola persona, por qué quieres emocionar a un millón, si no hay nada como levantarse y darse cuenta de que UNA SOLA PERSONA ha sentido un cosquilleo leyendo algo tuyo, que por unos momentos ha olvidado un poco su realidad y se ha metido en la tuya. Que alguien, sin saberlo, porque tú has decidido que así sea, ha violado un poco tu intimidad y la ha convertido en SU intimidad. Porque de repente, llega un día en que lo has hecho bien. No para todos, pero lo has hecho bien para alguien. Y, por supuesto, lo has hecho bien para ti.

Y duermes tranquilo, porque te has quitado un poco ese peso. Porque ahora lo compartes. Da igual que sea con una, con dos, o con cien mil personas.

Por todo esto, por lo que para mí significa que leáis, por el valor que yo le doy a cada letra que resbala por mi teclado, quiero daros las gracias. A todos. A los que me leéis y, por qué no, a los que pasáis de leer. Porque la realidad es menos terrible cuando no estás solo, porque es un gustazo ver que hay una, dos, o cien mil personas, qué más da eso, que comparten una carga que tú no podías llevar solo. 

Porque escribir es una de las cosas que más me gusta hacer en esta vida. Y es gratis, que nunca está de más.


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