miércoles, 16 de diciembre de 2015

Podemos

No, no voy a votar a Podemos porque sea una roja incurable. No voy a votar a Podemos por haberme criado en un ambiente de izquierdas. No les voy a votar porque quiera cambiar el mundo.
Voy a votar a Podemos porque tengo 24 años. Voy a votarles porque soy estudiante. Voy a hacerlo porque trabajo con refugiados y soy responsable, no del sufrimiento de esas personas, sino de no hacer nada por evitarlo.
Voy a votar a Podemos porque a mí me gusta llamar las cosas por su nombre. Prefiero decir estafa antes que crisis. Prefiero decir golfos que corruptos. Me gusta más utilizar la palabra cuchilla que concertina.
Todos somos responsables del abandono estudiantil, de que los enfermos de hepatitis no reciban tratamiento, de las devoluciones en caliente y de las TORTURAS en los CIE. Tenemos la culpa de los desahucios, de la malnutrición infantil, de la amnistía fiscal, de que nuestros compañeros de universidad se vayan a otro país, del paro.
Tú eres responsable de esto. Tienes la culpa de que te roben y de que te mientan. Tenemos la culpa de que los saharauis no puedan celebrar el prometido referéndum, también de que Israel bombardee Palestina con total impunidad.
Tú eres el culpable.
Voy a votar a Podemos. Porque hablan de problemas reales, con términos reales. Voy a votar a Podemos porque les gusta llamar las cosas por su nombre. Voy a votarles porque me han enseñado a hablar de política. Me han enseñado a hacer política. Voy a votarles porque hablan de mí, pero también porque hablan de Prince y de Fatiha. Hablan de Viola y de Henry. Hablan de Jesper y de Oscar. Hablan de mi madre y de mi hermana. De mis amigos. De Samir, de Buha.
Porque yo soy responsable de ellos. Y quiero actuar de manera responsable. Voy a votarles porque me han hecho entender que la democracia significa poder. Quiero votar a Podemos porque quiero vivir en un país que merezca la pena, un país que no me dé vergüenza, un país que mire hacia delante por todos. Un país que sienta que el inmigrante es parte de nosotros, una pieza fundamental. Que entienda que la juventud es su presente y no sólo su futuro. Un país que no nos quiera incultos, que no mate el arte. Quiero un país en el que no existan las fronteras. Una España donde se respete a las personas sin importar con quién se acuesten. Un país que no le diga a las mujeres qué deben hacer con su cuerpo. Un país que no tenga miedo. Y sé que voy a hacer bien, que ha llegado el momento de ser valiente, de ser honestos.
Voy a votar a Podemos porque nos quieren con ellos. Quieren que reconstruyamos este país nuestro juntos. Porque nos han enseñado a hacer política, a ser críticos, a ser valientes.
Porque nos han enseñado que, además de voto, tenemos voz.


viernes, 4 de diciembre de 2015

Se puede

Hace cuatro años nos dijeron que si queríamos cambiar las cosas debíamos hacerlo siguiendo las reglas de su juego. Nos dijeron que nada iba a cambiar y nos hicieron ver que pedíamos una utopía al reclamar justicia y democracia. No puedo evitar sonreír al recordar aquella plaza de Sol, mis veinte años y mis amigos despertando al cambio, abriendo los ojos a la realidad, alzando las manos y poniendo el cuerpo. No puedo evitar emocionarme al recordar las guitarras, los gritos, las charlas, las pancartas, los himnos. Los coros. El corazón de Madrid latiendo en el pecho de miles de jóvenes que reclamaban un futuro. Padres que siguen. Abuelos que veían renovado su espíritu de lucha. Madrid como ejemplo ante el mundo. Llenamos más plazas, más calles, más debates, más portadas de periódicos. Por primera vez, nos sentíamos protagonistas de nuestra historia. Habíamos plantado el germen de la resistencia.
Nos tuvieron miedo. Pavor. Trataron de amenazarnos, de echarnos. Madrid volvió a entonar el No Pasarán. Y no pasaron. Durante algún tiempo. Llegó la hora de votar. Y ellos ganaron. Ganaron unas elecciones. Daba igual. La revolución ya se intuía en nuestras sonrisas de aquel 15 de Mayo.
Porque ese día continuó latiendo en el pecho de Madrid. Contagió a España.
Seguir las reglas del juego para construir el futuro.
En esas estamos. Y nuestro futuro no se llama Manuela Carmena. No se llama Íñigo Errejón ni se llama Monedero. No se llama Nacho Murgui. Tampoco lleva el nombre de Carolina Bescansa ni de Jose Manuel López.
Ni siquiera se llama Pablo Iglesias.
Nuestro futuro no tiene apellidos. Tiene nombre de pueblo y alma de barrio. Tiene corazón de gente y el color de la ilusión.

Seguimos las reglas de su juego para poder cambiar las normas. Para terminar con la injusticia y reivindicar nuestro derecho a la alegría.
Aquel 15 de Mayo sentó las bases del cambio. Y hoy sabemos que sí, que se puede.
A por ellos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

M

Ojalá pudiera regalarte una noche
Poblada de estrellas
Y atraparlas
Sentarlas
Encerrarlas en los bordes de nuestra cama
Encender tu cuerpo de azul y cosmos
Fundirte en un calor celeste
Entre mis piernas
Desastrar las palabras que no existen
Y las que no nos sirven
E inventar un diccionario de gemidos
Ojalá pudiera escoger los verbos de Neruda
Y esculpir en tu espalda melodías de sueño
Arrinconar cada una de las balas de mis verbos
Dejar vacío el lastre de los años
Y desnudarme cada noche de sombras
Dejar que se pudran las pieles que nos estorban
Para estar fundida en el calor de tu abrazo
Ojalá pudiera alcanzarte
Con palabras sencillas
Con la voluntad del corazón y las lágrimas
Y descansar
Siempre
Para siempre
Dormida en tu regazo.

lunes, 20 de julio de 2015

Lucía

Treinta años de alegría y corazón. Treinta años de sueños y paseos en Madrid. Treinta años de lágrimas y esperas. Treinta años que te envuelven en un espejo que refleja la imagen de una mujer que se escapa siempre de mi lado para continuar cumpliendo sus sueños. Con cinco años, me abrazaste por primera vez. Con ocho, bailabas en los escaparates y me contagiabas tu risa. Con doce años, paseos en bicicleta y pueblos de la sierra. Con quince años, salidas de tono en una casa compartida de esperanza y futuro. Con dieciocho, un nuevo porvenir y nuevas ilusiones. Con veintipocos, Roma y amor. Después, vino el miedo.
Logramos escapar juntas y volver a contagiarnos de sonrisas y sueños. Empapadas de recuerdos dolorosos. Tu mano aferrada con fuerza a los recuerdos más alegres secaba mis lágrimas y las tuyas desde dentro.
Después, vinieron Berlín y el frío.
Llegamos juntas hasta el Sáhara y compartimos aquel silencio de estrellas que no olvidaré nunca.
Dicen que Lucía significa luz. Y eres luz. El nombre que te adorna engalanando tu risa de astros iluminados en los enormes ojos oscuros. Terremoto de alegría que brota en cada paso doloroso que has tenido que dar.
Con treinta años, estás lejos. Y mi voz no te toca.

Eres no sólo mi hermana. También eres mi madre y mi amiga. La persona a la que más admiro en el mundo y a quien me gustaría calcarle la risa y el valor.

Nunca treinta años estuvieron tan orgullosos. Te quiero, hermana.

"No puedo olvidar
que no tengo alas,
que no tengo mar,
vereda ni nada
con que irte a besar"





martes, 23 de junio de 2015

Arena y viento

Desde el cielo de la madrugada,
que se refleja en pupilas encendidas de amor,
engalanadas en palabras y risas,
siento el alegre compás de tu aliento.
Y sueño.
Sueño que estás a mi lado.
Mis dedos rígidos apoyados en las rodillas,
con las uñas bañadas en esmalte carcomido,
se liberan del cuerpo y te toco.
Tu cuerpo cansado,
azul,
hambriento de humo y corazón,
juega con versos de viento
y tu lengua deshace el escudo cobarde
tejido en las noches de insomnio.
Despacio,
como si fueras el silencio de las dunas de algún desierto,
me susurras palabras
que entonas
desde mi propia locura.
Todo lo que puedas decir
o pueda yo decir
se somete, desnudo y libre,
a la extraña cadencia de tu voz.
Y no escucho
ni siento
ni respiro
nada más
que el acento blanco y suave
de tu boca de viento
revolviendo la arena de mi cuerpo.


lunes, 25 de mayo de 2015

Dos en el calendario

Cuando te conocí
era día uno.

Ahora sé
que pasas páginas,
los días que me interpongo entre tu soledad y tú,
para que no te asfixie
la sensación de lo eterno.
A mis espaldas,
mientras respiro un intenso ardor -dolor- de caricias y promesas,
tú sonríes,
y vas tachando besos del calendario.
Me envejeces en versos.
Arrancas
el último día de ese momento que fui.
Tu violento rotulador me borra de entre las páginas.
Y yo, que no consigo terminar de limpiar
un cuerpo calcado en mi cuerpo
me quedo pintarrajeada y rota
en un rincón de mi corazón.
Así,
prolongando lo inexistente,
demostrando
que eres más tiempo
que todos los demás hombres,
me arrasas.




viernes, 22 de mayo de 2015

Mirando al suelo

Muchas veces he escrito sobre mi padre.

Hoy me hubiese gustado empezar escribiendo cuánto recuerdo su sonrisa, sus ojos, su voz. Me hubiese gustado hablar de su risa (que extraño con todo mi corazón) y daría las manos por describir con exactitud cada pliegue de su rostro. Querría decorar una página con su gracia de derrota o su afición por las películas del Oeste. Incluso podría hablar de cuánto me molestaba a veces oír su música a todo trapo saliendo del radiocasete. Puedo recordar su olor como si le tuviera frente a mí con sólo cerrar los ojos. Escribiría con gusto sobre sus lágrimas de lector. Podría llenar páginas de cuánta falta me ha hecho estos años. Me gustaría dedicarle un beso de palabras cada día.
Pero hoy me ha ocurrido algo terrible.

Hoy me he dado cuenta de que ya no soy capaz de recordar su forma de caminar. Hoy es insoportable el dolor. Así que hoy no hay guiños a su risa, ni a sus versos (ni siquiera a los que escribía en las naranjas). No recuerdo si andaba despacio o rápido. Si iba encorvado o recto. No sé si sus pasos eran cortos o largos ni si arrastraba los pies. Lo único que está grabado en mi memoria es que siempre miraba al suelo y que solía llevar las manos entrelazadas a la espalda. Hoy el mundo sigue igual. 
Y todo ha cambiado. Y vuelves a estar en cada una de las lágrimas que se derriten en mi rostro.

Mierda.

sábado, 16 de mayo de 2015

Campiña Electoral

Carteles que gritan ¡vótame!
Miradas despectivas desde el corazón del metro.
Panfletos arrugados en el bolso.
Esperanzas que se hacen oír
más allá del murmullo de una España que se queja desde el sur.
Ancianos con la huella de la dignidad marcada en arrugas.
Vallas publicitarias de colores.
Como si la indignación se pudiera esconder
mintiendo con algún tinte llamativo.
Mítines que se convierten en partidos de fútbol.
Hinchadas de votantes encorsetados en el sistema.
Mi barrio alojando a los ladrones en marquesinas de autobús,
taxistas humillados en azul
chulapos hablando de política.
¡Qué vergüenza
tener que perder el norte porque dicen que ya hemos perdido el sur!
Ilusiones montadas a lomos de personajes de ficción.
Los animales ladrando himnos de partido.
Sumisión de ajedrez y símiles de tablero.
Sonrisas cascadas en la insensatez
de un pueblo ahorcado
cuya historia reciente
gritaba cambio.
Qué triste ver a la Justicia luchando en desventaja contra la Corrupción.
Me encantaría pintar un cuadro de ilusión.
Pero hay días
que sé
que el pueblo no se levanta.
¿O sí?
Ya hemos tenido bastante.
Que la resaca el día 25 sea del color del vino.

ES AHORA.

lunes, 11 de mayo de 2015

Rent a dream

En formato digital
se pueden prestar los sueños;
Ahora te permiten
comprimir en un disquete
las velas de cumpleaños,
guardar en usb 
las estrellas fugaces
y convertir a dvd
las ya obsoletas hojas de laurel.
Con voluntad,
también puedes descargarte una nueva app;
el hueso ahorquillado
que, quebrándose,
te elige a ti siempre 
como ganador.
Y, siguiendo el proceso,
dicen que es posible
hacer de cada deseo una cadena interminable de ceros y unos.
Sí;
intercambiar los sueños,
en formato digital 
y en inglés
(porque,
si hay algo más internacional que un sueño,
es ese maldito idioma)
nunca fue tan fácil.

De seguir así
no te asustes
si un día
despiertas convertido en un sistema binario.
Se está estudiando
cómo hackear el amor.

viernes, 10 de abril de 2015

Corporación de la Infamia

Naturales de Cartago coreando
tras los plasmas el silencio de un país.
Letras del abecedario contenidas en cajas.
Jueces y partes combinadas
chorreando injusticia.
Gente que añade vocabulario al síntoma social.
Picaresca como estado mental
de quienes, cómplices,
amoratan sus cuentas en el extranjero.
La sonrisa tiesa,
estandarte publicitario
de los perversos.
Hipnótico embrujo el de los falsificadores de sueños
-voces de sirena, manzanas envenenadas,
espejismo de democracia-.
Las excusas formando imaginario colectivo.
-Lo desconozco.
-No volverá a ocurrir.
-La tarjeta no era negra.
-No he cobrado ni en A ni en B.
-No lo recuerdo.
-Pido perdón.
-Está lloviendo.

Un país que continúa mojando sus miserias
en la tinta
de una fotografía que retrata el caos.
El verdadero símbolo nacional;
Un dedo corazón.





domingo, 5 de abril de 2015

Patera

En el silencio del mar
una letanía de hambre
se cuela en el oído del niño;
su madre le susurra despacio
una canción de amor.
Así, medio dormido, sin fuerzas,
(la melodía amortigua
el ímpetu feroz de las olas),
el niño deja de temblar.

Un hombre sujeta su rostro en las manos.
-Respirar.
Apretar las cuerdas de la garganta
para no reventar en llanto-.
Miradas perdidas en el horizonte del tiempo.
Noche que hundes los sueños
bajo hélices de espuma blanca.
Cadenas invisibles que tintinean
en lo más profundo del océano.
Inundación de gritos.

El mar escupe maderas de sangre
en la tierra
donde se prostituye la esperanza.

martes, 31 de marzo de 2015

Vigilia de amor

Estanque ornamentado de estrellas,
cualidad azul del colibrí,
pincel crepuscular. 
La oscuridad serpentea despacio
y en una mano sostengo la pastilla;
en la otra, la luna.

En las pupilas las plateadas Pléyades 
grisean una mirada
que relampaguea
hacia su corazón celeste.
Y en el asfalto una lágrima,
que refleja en el centro,
un deseo de unión.

El astro sonríe colgado en el mundo,
la pastilla astringe la lengua.
Demasiado tarde. 
Una luz celosa, colérica, 
separa al amante terrestre
de la atalaya espacial.

Y
cierran los ojos
todos los insomnes que cuentan estrellas.





martes, 24 de marzo de 2015

Despropósito

Antes de zarpar somos naufragio.

Somos el cristal opaco,
la palabra de un borracho,
un caramelo de espinas.
Trapecio sostenido en seda, caparazón de carne.

Estigma del ateo.

-El amor, un verso, el silencio-

¿Qué más da?
Dame un solo motivo
para no quedarme ahora
suplicándole a la noche
un rato de intimidad.

O, mejor, cállate
y déjame
hundirme a tu lado,
                                      en un sinsentido razonable.




domingo, 22 de marzo de 2015

Beso

Se está celebrando un baile.
Lo escucho desde dentro;
mi pecho bombea música de sangre.
Comienza el desfile de máscaras.







jueves, 19 de marzo de 2015

Un día más sin ti.

Hoy vuelve a ser 19 de Marzo.
Es un día cualquiera, un día más, un día menos, en Madrid.
El cielo golpea llorando el cristal de mi ventana.
Un día más.
Un día menos.
Hasta que alguien pronuncia la palabra que para mí es un secreto desde hace cinco años.
Alguien rompe la sintonía de la rutina.
Una persona aleatoria, o quizá yo misma.
Hoy es el día del padre. Y nada tendría por qué trastocar el día. Nada.
Y menos una palabra.
Y menos un día que sólo es un día más. O menos.
El silencio a veces sólo necesita más silencio para ser silencio.
El dolor está ahí. Siempre. Y a veces sólo se necesita más dolor para desgarrar el vientre.
No cojo tu foto. No hay lágrimas ni sonrisas. No hay comidas familiares ni hay llamadas. Ni siquiera hay sol.
Y hoy, que sólo es un día más, me hallo rodeada de alboroto.
En mi habitación, entre las manos, yo sólo tengo silencio.
La fatiga que me oprime el alma se acentúa.
Si es que puede ser más grande.
Te encuentro en la barra espaciadora, en las jotas, en las úes, en las aes, en las enes.
J.U.A.N.
Te descubro bajo las siglas de un día comercial.
"El Día del Padre".
Anagrama. D.E.P.
Y, en la escena delicada, aflora mi tormento. Floreces.
Echar de menos. Aforismo del silencio.
Delirio de amor. Decadencia del tiempo.
Y yo.
Lejos.
Contigo.
En silencio.
Tu silencio.
Tú, silencio.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Sed de lágrimas

Empiezas en silencio. Los párpados se van enrojeciendo poco a poco. Tu rostro se contrae en una mueca cansada y triste. La primera lágrima se asoma temblorosa por la comisura del manantial herido. Así, despacio, atraviesa surcando tu mejilla en llamas. Despacio. Balanceándose hacia su perdición. Tu boca.
Ella sola, como el condenado al cadalso, se desliza en toda su transparencia. La miro con envidia. Una lágrima puede besar. De dentro hacia fuera. Y ella deja una estela mojada en el rostro de cera que me humilla. Una caricia carente de significado. Mi mano, emulando a una araña rencorosa, recorre el camino marcado por la traidora lágrima mientras suspiras y empiezas el compás de la siguiente. Como algo simplemente necesario, la gota de sal se desliza despacio por el mismo camino. Observo cómo se columpia divertida mientras mancha tu mejilla de dolor. La lenta agonía de la primera se repite con ella, que muere en tu boca. Llega una tercera, y una cuarta, y una quinta y una sexta y yo deduzco que los celos van a obligarme a abalanzarme sobre tus labios. La boca luce íntimamente mojada. El estómago me palpita con creciente ansiedad. Una punzada molesta recorre mi espalda. Ya no puedo soportarlo.
A la novena lágrima le hago una promesa. Y ella, fatigada, detiene el tiempo estrellándose contra tus labios. Antes que se seque, antes que tu lengua la ataque, antes que la lágrima deje de arder en tu boca, apago el fuego con mi lengua.
Tus labios se abren con desesperación, buscando una lengua, un consuelo que sólo busca una lágrima dentro del pozo infinito de los besos.
Y, mientras te consuelas en mis labios, saboreo la sal de tus ojos.

Así quisiera estar.

Suspendida sobre la levedad de una lágrima.

En la gravedad de un 'siempre'.

lunes, 9 de marzo de 2015

Ahora, ceniza

Aquí apareces. Te dije una vez que me recordabas al rayo letal que atraviesa el tronco de un roble. Tú soltaste una risotada que me hizo enmudecer de vergüenza. Sin embargo, el árbol ahora se presenta ante mí. Aunque frágil, delgado, hueco tras el impacto, la violencia del golpe no ha destrozado su dignidad. Se eleva convertido en ceniza.

Aquí apareces para desanudar aquello que compone la vida. Sacas de mi pecho un corazón podrido y lo estrujas sin piedad. Saciado, me devuelves un código disuelto en tierra.

Y yo tratando de rehacer el músculo. Salpicada la boca de barro, las manos de escarcha, los pies descalzos intactos, blancos. El órgano destrozado. Paso las noches recomponiendo fibra a fibra y las ojeras se acentúan en un rostro macilento por el que corretean cientos de hormigas enloquecidas.

No puedo sacudirme el polvo ni respirar este humo espeso y negro. Ya no puedo dormir. Y tú estás en el centro de todos los seres nocturnos que pugnan por encontrar una frágil y efímera salida entre los brazos de Morfeo.

Aquí apareces. Regresas a mi cicatriz, al triste hueco que queda entre la corteza y la carne, a rellenar la esencia misma del vacío. Y en ese vacío, que es como un lamento silencioso, vuelvo a hallarte ante mi funesta pupila.

Y, antes de desplomarse, el árbol se yergue una última vez. Imponente. Perlado de nostalgia y soledad. Centelleando, gris. No volverás a la hoguera apagada de mi lengua. Ya no hay lengua, ni brazos, ni pies, ni corazón que lata, ni sangre, ni nudo que deshacer.

Ahora sólo hay ceniza.

Y el viento nos arrastra, irremediablemente juntos, hacia el silencio de la eternidad.

jueves, 15 de enero de 2015

Fátima

Dicen que los gatos son más sensitivos que las personas. Que los animales escuchan los latidos de nuestro corazón y sienten emociones que quizá los humanos no seríamos capaces de explicar ni con un millón de versos. Dicen que esos amigos que nunca nos abandonan son leales y fieles. Dicen que son de personalidad y carácter fuerte. En alguna parte leí que un gato nunca será tu esclavo ni tu seguidor. Que eres tú quien ha de serlo de tu gato.
Nunca había visto que un animal, en este caso un gato, en este caso tu gata, Fátima, pudiera seguir viviendo cuando ya el destino había decidido que dejara de hacerlo. Eso no se llama lealtad, ni fidelidad, ni compañía, ni siquiera puedo llamarlo afecto. Eso es fortaleza y amor.
Mucha gente piensa que los gatos no aman, o no lo hacen de igual manera que otros animales. Fátima era diferente. Era de gran carácter, como tú, amiga, y era a veces huraña y protestona. Pero sabía ser dulce, como tú. Sabía mirar a los ojos con sinceridad y sabía que era una princesa. La princesa manchadita de la casa. La que se sentaba a vuestro lado en el desayuno y veía la tele acurrucada en la cama. La gatita tricolor que sabía lo bonita que era y paseaba con la gracia de una modelo y el orgullo silencioso de todos los felinos.
Quizá escuchéis el susurro de sus andares por los rincones de la casa y sintáis que ella sigue caminando en silencio a vuestro lado. Algo tan hermoso no se pierde de un día para otro. Sus enormes ojos ahora están cerrados, pero algo en vuestro corazón nunca morirá. Fátima se ha ido, pero nunca lo que fue para vosotros. Nunca se va del todo aquello que se extraña.
Ella quiso esperar a que tú llegaras y darte el último abrazo. No pudo esperarte y sé que eso es lo más difícil. Pero, amiga, que no pese más eso que estos dieciséis años a vuestro lado. Que no pese más que la gracia que tenía para sentarse en posturas imposibles o la belleza que destilaban sus andares pausados. O que se despertara para hacerte compañía esas mañanas de café y sueño.
Ahora está tranquila. Ya imagino que su último pensamiento fue para las tres personas que más quiso en la vida; su padre, su madre y su hermana.

"El paraíso nunca será paraíso a no ser que mis gatos estén allí esperándome"

Fátima; Origen árabe. Única.

Y es que ella era, simplemente, única.

jueves, 8 de enero de 2015

Álvaro y el mar

El niño mira hacia el mar con la seguridad de que las olas no podrán tragarle. Sus ojos, azules como un cielo despejado, se oscurecen cuando mira las profundidades del océano. Sus bracitos permanecen aferrados a las caderas de su madre. Una sonrisa blanca asoma en un rostro bañado por los rayos del atardecer y el niño respira desde su sonrisa la sal que empapa sus mejillas.
Su madre le observa con inmenso cariño y palmea la espalda del pequeño para que se acerque a la orilla. 
La escena es silenciosa. El niño se acerca y baña sus pies descalzos en el mar. La olas rugen desde algún lugar alejado de la costa donde vienen a morir. Sabe este niño que su vida estará ligada al mar que roza ahora su vientre, pues el pequeño ha ido sumergiéndose en el agua que, cálida, lame su blanco cuerpo. Respira muy fuerte y coge aire para enfrentarse a hundir la cabeza y sus rubios rizos en el agua. Su madre le observa sonriendo desde la orilla y él, cuando saca de nuevo la cabeza, antes de limpiar sus ojos de restos de tierra, agua y sal, la saluda riendo sin parar. 
El niño ahora es mayor. El mar siempre ha estado presente en sus sueños, en su vida. Quizá la primera escena no fue realmente como yo he relatado. Quizá fue muy diferente. Me gusta imaginarme que su amor por el mar surgió así, que fue un amor a primera vista. 
Ahora las cosas han cambiado. Ahora su madre no le mira desde la orilla y él corre hacia las olas que rugen en el corazón del mar. Ahora él rompe las olas. 
Sé lo que es una pasión, algo sin lo que no podrías vivir, o algo sin lo que la vida se convertiría en un espejismo demasiado largo y tedioso de sobrellevar. A mi amigo le apasiona el mar, el surf. 
Sé que mi amigo ya no es ese niño, aunque conserve sus ojos igual de claros que entonces y su sonrisa igual de sincera. Las olas del mar le han hecho fuerte, las olas de la vida quizá le debilitan. Marinero en tierra, que decía Machado. Que no te venza la mala suerte, que no te gane la vida. Sigue siendo tú mismo cada día, cada paso, sigue recibiendo las acometidas de la vida como lo has hecho siempre, sigue rompiendo las olas y sigue haciéndolo con esa gran bondad y con esa energía que sólo tú tienes. No dejes que gane el mar. No dejes que el cielo se vuelva oscuro sobre tu cabeza y sortea los obstáculos de la vida con calma y paciencia. Sigue adelante porque vamos a seguir a tu lado. Sigue. Siempre adelante. Gírate y sonríe. Nosotros vamos a estar siempre esperándote en la orilla.