Estanque ornamentado de estrellas,
cualidad azul del colibrí,
pincel crepuscular.
La oscuridad serpentea despacio
y en una mano sostengo la pastilla;
en la otra, la luna.
En las pupilas las plateadas Pléyades
grisean una mirada
que relampaguea
hacia su corazón celeste.
Y en el asfalto una lágrima,
que refleja en el centro,
un deseo de unión.
El astro sonríe colgado en el mundo,
la pastilla astringe la lengua.
Demasiado tarde.
Una luz celosa, colérica,
separa al amante terrestre
de la atalaya espacial.
Y
de la atalaya espacial.
Y
cierran los ojos
todos los insomnes que cuentan estrellas.
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