lunes, 9 de marzo de 2015

Ahora, ceniza

Aquí apareces. Te dije una vez que me recordabas al rayo letal que atraviesa el tronco de un roble. Tú soltaste una risotada que me hizo enmudecer de vergüenza. Sin embargo, el árbol ahora se presenta ante mí. Aunque frágil, delgado, hueco tras el impacto, la violencia del golpe no ha destrozado su dignidad. Se eleva convertido en ceniza.

Aquí apareces para desanudar aquello que compone la vida. Sacas de mi pecho un corazón podrido y lo estrujas sin piedad. Saciado, me devuelves un código disuelto en tierra.

Y yo tratando de rehacer el músculo. Salpicada la boca de barro, las manos de escarcha, los pies descalzos intactos, blancos. El órgano destrozado. Paso las noches recomponiendo fibra a fibra y las ojeras se acentúan en un rostro macilento por el que corretean cientos de hormigas enloquecidas.

No puedo sacudirme el polvo ni respirar este humo espeso y negro. Ya no puedo dormir. Y tú estás en el centro de todos los seres nocturnos que pugnan por encontrar una frágil y efímera salida entre los brazos de Morfeo.

Aquí apareces. Regresas a mi cicatriz, al triste hueco que queda entre la corteza y la carne, a rellenar la esencia misma del vacío. Y en ese vacío, que es como un lamento silencioso, vuelvo a hallarte ante mi funesta pupila.

Y, antes de desplomarse, el árbol se yergue una última vez. Imponente. Perlado de nostalgia y soledad. Centelleando, gris. No volverás a la hoguera apagada de mi lengua. Ya no hay lengua, ni brazos, ni pies, ni corazón que lata, ni sangre, ni nudo que deshacer.

Ahora sólo hay ceniza.

Y el viento nos arrastra, irremediablemente juntos, hacia el silencio de la eternidad.

1 comentario:

  1. Éste sí que me ha gustado. Aunque tengo debilidad por los árboles y por los caídos, así que me tenías ganado ya. jejejej :)

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