A unos y a otros, se nos ha llenado la boca diciendo la palabra violencia, siempre sin comprender lo que realmente significa.
Hemos consumido noticias, declaraciones, momentos, situaciones, gritos, alarmas, destrozos.
Hemos hecho, en definitiva, lo que se esperaba que hiciéramos. Hemos abierto una zanja más grande entre unos y otros. Nos hemos enemistado y hemos consentido que sean ellos los vencedores. Hemos pasado por alto que para nuestro gobierno, no somos más que instrumentos de una orquesta y que ellos llevan la batuta en este concierto. Hemos dejado que el cielo de esperanza que nos quedaba, desapareciese ante nuestros ojos y que ellos, el verdadero enemigo, se relama de gusto y sonría con sorna mientras vigila cada uno de nuestros movimientos.
Hemos, en fin, actuado como se esperaba. ¿Hasta cuándo vamos a seguir perdiendo?
Yo quiero, por seguir con el símil instrumental, que seamos la voz que se alza más allá de las injusticias, de la ley de tanto tienes, tanto vales, del sonido de sus apretones de manos y del poder absoluto del dinero. Quiero ver que podemos ver la injusticia, que podemos ver quiénes son los verdaderos violentos, los asesinos, los corruptos, los ilegales. Son ellos. Y nuestra voz sólo será realmente escuchada, si gritamos a coro. Juntos.
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