Un día encontré (o, más bien, creí haber encontrado) el modo de librarme;
-Mama, si te sales fuera y no me miras, me lo tomo.
De esta manera, podía tirar a hurtadillas la leche por el fregadero y ella se quedaba contenta. Pero esa estratagema duró poco tiempo. A los días, me espió tras la puerta y vio cómo la tiraba. Y se enfadó. Muchísimo. Pero dejó de obligarme a tomar el consabido vaso mañanero.
Aún hoy, cuando huelo la leche, recuerdo esas mañanas al lado de mi madre, intentando convencerla de que la leche y mi estatura no tenían relación.
Aún hoy, cuando huelo la leche, recuerdo esas mañanas al lado de mi madre, intentando convencerla de que la leche y mi estatura no tenían relación.
Estoy de acuerdo cn tu mother!! mirame a mi sino... jajaja
ResponderEliminarun bsazo melon!!