miércoles, 29 de octubre de 2014

Lolita. Mi Lolita.

Son las dos y cuatro minutos de la mañana y acabo de terminar de leer la que probablemente ha sido la más bella historia de amor que he conocido. Aún resbala tibia una última lágrima en mis mejillas encendidas. Debería dormirme, pero no puedo.
He de ser sincera. Decir que, cuando abrí por primera vez las páginas de esta novela, esperaba una historia repugnante, repleta de alusiones lascivas y secretas perversiones. Las hay. No olvidemos que Lolita, al final, y en superficie, es la historia de una obsesión demencial de un hombre de cuarenta años, por una niña de doce.
Pero no fue eso lo que encontré.
La descripción de la niña es sutil, es amable y refleja una ardorosa pasión, un desenfreno lujurioso por parte del protagonista, cierto; pero por encima de todo, la sensación del profundo amor de Humbert por Lo, será lo que cale en nuestro corazón.
Humbert. Le destrozaste la vida a una niña.
¿Novela pornográfica? Al parecer, está catalogada como tal. Yo no lo considero. Es más, rechazo absolutamente el término en alusiones a Lolita.
Es una novela fantástica, que habla de un tema de difícil tratamiento. Me resulta algo estúpido tener que señalar que estoy completamente en contra de la pederastia, aunque parece obligado decirlo.
Lolita causará un poderoso embrujo en el lector. Descrita como la más bella de las nínfulas, nos emocionarán su inocencia y sus jugueteos de niña que se sabe deseada. También podremos llegar a exasperarnos ante una niña caprichosa y consentida que estudia cada movimiento.
Lolita será una de las mujeres más amadas sobre la faz de la tierra. Más allá de convencionalismos, de errores, de sutiles críticas que pincelarán todo el relato, Lolita es una historia de amor.
Amor prohibido. Amor que es, que no debería ser. Amor con miedo. Humbert tiene siempre temor a que la niña, su niña, le abandone, le sea infiel, le traicione.
¿Ella consiente en esa relación incestuosa y depravada? Se preguntará el lector. Al principio, me dio la sensación de que ella es la única que comprende que es el objeto de los oscuros deseos de su padrastro y actúa en consecuencia, aprovechándose de ello. Después y, poco a poco, iremos viendo una transformación en Lolita, que va comprendiendo lo real de la situación en que se encuentra. Irá siendo más y más consciente de lo insólito de su situación, que la sociedad a la que ella quiere pertenecer, la sociedad de sus revistas juveniles, de sus amigas, no aceptaría jamás una relación como la que mantiene con Humbert, el viudo de su madre. Su padrastro.
Lolita es un libro por y para la encarnación y la recreación de esa niña. Es un canto al amor y a la obsesión. Un tributo a una mujer amada.
Porque, aunque sea el narrador Humbert, él siempre será una figura secundaria. La protagonista eres tú, Lolita.

"Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita."

No quiero decir nada más. En parte porque no me gusta destripar los libros y, en otra parte mucho más grande, porque esta novela no genera palabras. Genera sentimientos. Tenéis que leerla.

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