martes, 29 de julio de 2014

Sus ojos

Hoy sólo quiero llorar lágrimas de rabia frente al escritorio. Quiero gritar y quiero esconderme bajo mis párpados hasta que pase la tormenta. Quiero dejar de escuchar el silbido de las bombas en mi cabeza. Cerrar los ojos y no ver. Olvidar. Quiero agachar la cabeza por delante y pasar sin miedo entre las páginas de los libros que me observan en la estantería.
Quiero llorar lágrimas dulces de rabia porque yo no tengo miedo. No tengo miedo a morir aplastada. Ni temo sostener a mi madre en los brazos. No tengo miedo a recibir una llamada que me diga que no volveré a ver a mi hermana. No tengo miedo al dolor.

A mí no me están masacrando.

Quiero llorar porque no puedo hacer nada más. Porque están llorando ellos. Porque su cielo es el mismo que permanece, azul, sobre mi cabeza. Porque pido deseos a estrellas que ellos no quieren mirar. Porque el sol que nos alumbra es el mismo.
Quiero llorar porque yo de pequeña jugaba con muñecas. Siempre tuve agua, comida, una casa, a mi familia. Y mucho más. Tuve seguridad.
No veo en sus rostros desesperación, ni odio, ni tristeza, ni angustia... Veo unos ojos que gritan, acuchillan, que culpan. Porque todos somos culpables. Todos. Todos. Todos. Los mismos ojos, la misma expresión en niños, padres, madres, hermanos, jóvenes y ancianos. La misma mirada desesperada. Nos están gritando y el mundo se limita a quitarles el sonido, a seguir viviendo mientras ellos mueren.

Quiero que la gente no tenga que preguntarse por qué hay niños jugando en Palestina y se pregunten por qué están matando niños que juegan en Palestina. Por qué el mundo está tan deshumanizado que ver muertes no supone un constante desgarro en el corazón. Por qué el miedo, el terror y la desesperanza se cuelan por nuestros televisores y no morimos con ellos. Por qué esos ojos nos son indiferentes.

¿Cuál fue su culpa, su error?

Les están robando su presente, y aniquilando su futuro. Les están devorando.

Palestina somos todos.




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