viernes, 4 de diciembre de 2015

Se puede

Hace cuatro años nos dijeron que si queríamos cambiar las cosas debíamos hacerlo siguiendo las reglas de su juego. Nos dijeron que nada iba a cambiar y nos hicieron ver que pedíamos una utopía al reclamar justicia y democracia. No puedo evitar sonreír al recordar aquella plaza de Sol, mis veinte años y mis amigos despertando al cambio, abriendo los ojos a la realidad, alzando las manos y poniendo el cuerpo. No puedo evitar emocionarme al recordar las guitarras, los gritos, las charlas, las pancartas, los himnos. Los coros. El corazón de Madrid latiendo en el pecho de miles de jóvenes que reclamaban un futuro. Padres que siguen. Abuelos que veían renovado su espíritu de lucha. Madrid como ejemplo ante el mundo. Llenamos más plazas, más calles, más debates, más portadas de periódicos. Por primera vez, nos sentíamos protagonistas de nuestra historia. Habíamos plantado el germen de la resistencia.
Nos tuvieron miedo. Pavor. Trataron de amenazarnos, de echarnos. Madrid volvió a entonar el No Pasarán. Y no pasaron. Durante algún tiempo. Llegó la hora de votar. Y ellos ganaron. Ganaron unas elecciones. Daba igual. La revolución ya se intuía en nuestras sonrisas de aquel 15 de Mayo.
Porque ese día continuó latiendo en el pecho de Madrid. Contagió a España.
Seguir las reglas del juego para construir el futuro.
En esas estamos. Y nuestro futuro no se llama Manuela Carmena. No se llama Íñigo Errejón ni se llama Monedero. No se llama Nacho Murgui. Tampoco lleva el nombre de Carolina Bescansa ni de Jose Manuel López.
Ni siquiera se llama Pablo Iglesias.
Nuestro futuro no tiene apellidos. Tiene nombre de pueblo y alma de barrio. Tiene corazón de gente y el color de la ilusión.

Seguimos las reglas de su juego para poder cambiar las normas. Para terminar con la injusticia y reivindicar nuestro derecho a la alegría.
Aquel 15 de Mayo sentó las bases del cambio. Y hoy sabemos que sí, que se puede.
A por ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario